Esta situación a veces nos pasa a todos: nos exigimos o nos sentimos exigidos, nos metemos en una espiral de frustración y finalmente nos desanimamos.
Sentimos que no estamos a la altura de esta tarea, lo que nos hace sentir frustrados, temerosos e inseguros al mismo tiempo.
¿De dónde vienen estos sentimientos? ¿Qué te están guiando? Lo más importante, ¿cómo solucionarlo?
El exceso de autoexigencia
La exigencia o autoexigencia puede ser una sensación y un estado de ánimo positivo, porque nos ayuda a crecer y superar los desafíos.
Sin embargo, en nuestra sociedad y estilo de vida actuales (basados en el materialismo y el individualismo), en última instancia, es disfuncional, porque si no entendemos nuestros límites, las necesidades se convertirán en una insatisfacción permanente contigo y con los demás.
Nos siguen diciendo: tienes que superarte, tienes que ser el «mejor», tienes el talento para aprovechar y estás constantemente expuesto a comparaciones y modelos poco realistas que nos frustran.
Cuando este tipo de exigencia no es armónica o impráctica surge el problema, porque no te hará feliz pero sí estarás insatisfecho, haciéndote sentir que estás persiguiendo una meta que siempre parece ser más rápida que tú.
No estar a la altura
Tener deseos y querer crecer es algo en sí mismo bueno.
El problema es cuando esa exigencia no está construida en base a deseos propios sino a expectativas, comparaciones o miedo a la valoración que nos den los demás (pareja, familiares, o incluso dentro del propio trabajo).
Este es uno de los problemas más habituales en consulta a la hora de vivir un proceso de cambio personal: manejar las emociones, especialmente las relacionadas con el miedo y la inseguridad.
La falta de aceptación
Detrás de las autoexigencias funcionales, primero está la falta de aceptación de nuestra realidad.
Queremos más y más, lo que significa que tenemos miedo e inseguridad sobre el futuro.
A su vez, nos pedimos cumplir nuestras expectativas o las expectativas de los demás, pero las expectativas siempre se basan en el miedo (si queremos conseguir algo en concreto y construimos nuestras expectativas en base a un objetivo rígido, es porque tenemos miedo a no conseguirlo o porque lo consideramos imprescindible).
Conclusión
Exigirte puede ayudarte a crecer dentro de tus límites de acuerdo con tus talentos, especialmente si se enfoca en lo que lo hace feliz, entonces es funcional.
Siempre que esta demanda se base en el miedo o dependa de factores externos (por ejemplo, cómo te evalúan los demás), será disfuncional, porque el mundo externo es un factor fuera de tu control.
Aprender a entender y a gestionar tus emociones implica vivir un proceso de cambio donde aprendas a tenerlas a tu favor en lugar de en tu contra, y donde tus emociones te ayuden a crecer y a exigirte lo que sí realmente puedes exigirte y te hace estar en paz contigo.